
Diego Joseph del Barco y de la Çendeja
Autor: José Luis Robertson Mendizábal
Número de Páginas: 440Ya está en la contraportada
Ya está en la contraportada
Vicente González Arnao es uno de los intelectuales más sobresalientes de la primera mitad del XIX, a pesar de que resulta un desconocido para la mayor parte de los historiadores del periodo. Eximio teórico del derecho, pero fundamentalmente un gestor de amplia experiencia y formación, desempeñó importantes cargos en la sociedad madrileña. La coyuntura bélica de 1808 marcó definitivamente su biografía. Parlamentario en Bayona, consejero de José I, ilustre abogado en París, retorna a España en 1831 para formar parte del selecto grupo de reformadores que en los últimos años de Fernando VII sentaron las bases de la reforma política que se puso en ejecución en la década siguiente.
No obstante la precaria difusión que en nuestro medio han tenido y todavía tienen los clásicos libros de Alcide d'Orbigny sobre sus viajes a la América meridional, en Bolivia podemos aseverar, con grata sorpresa, que los escritos del sabio naturalista francés dedicados a nuestro país, han sido y son leídos, estudiados y analizados en diversos ensayos publicados, desde el siglo XIX hasta la fecha, por un selecto grupo de científicos, intelectuales y artistas bolivianos. Este estrecho contacto con la obra del naruralista francés, es, a todas luces, el mejor homenaje que Bolivia le ha rendido a Alcide d'Orbigny. Una prueba que respalda esta aserción es precisamente el libro que él lector tiene en sus manos y que hoy tenemos la satisfacción de presentar como un homenaje al bicentenario del nacimiento del insigne naturalista, cuya fecunda y vasta obra realizada en nuestro territorio entre los años 1830 y 1833, fue plasmada con óptimos resultados, tras su retorno a Francia (1834), en su monumental obra Viajes a la América Meridional (1835-1847, 9 tomos en 11 volúmenes) y en otros escritos de particular trascendencia para el país, como son, entre otros, El Hombre...
«Las Américas de los siglos XVI-XVIII constituían territorios periféricos dentro del ámbito general de la Monarquía hispánica. Las iniciativas académicas que se plantearon en ellos tomaron como referencia las soluciones peninsulares de la metrópoli: el modelo de Convento-Universidad vinculado a órdenes religiosas concretas, y el modelo corporativo Claustral (más complejo, significativo en Salamanca y aplicado en los centros administrativos virreinales de Lima y México a las universidades de patronato regio allí fundadas). Sin embargo, el modelo de Colegio-Universidad no parece que contó con patronos privados de suficiente garantía y estabilidad económica. Pues bien, las universidades hispanoamericanas fueron evolucionando al calor de fuertes intereses locales, vinculadas a las clerecías y a los oficios medios de la administración colonial. Salamanca, Universidad prototípica del modelo Claustral corporativo en el ámbito cultural hispano, estuvo más presente en Lima y México que en las restantes universidades conventuales de la América hispana; pero el patrón salmantino se readaptaría posteriormente y se iría acomodando a las circunstancias concretas de ...
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