Brevísimo ensayo sobre dos obras indispensables. En la primera, Don Quijote acierta en el fin y yerra en los medios. Sancho, hombre de realidades, acierta en los medios, pero se equivoca en el fin. Las ventajas de uno son los defectos del otro. Sus figuras enamoran y causan risa, e incluso desprecio, y Cervantes escribe con ellas el gran libro de la cordura. En La vida es sueño, Calderón muestra a Segismundo, un príncipe que personifica dos posturas antagónicas ante el poder político: la vida como soberbia, maquiavélica, y la vida como sueño, donde triunfa el desengaño y la prudencia.
Sólo la filosofía puede analizar el cuerpo humano en la perspectiva especial por la cual él es mi cuerpo, tan singular e intransferible como mi propia vida. Lo sorprendente de esta perspectiva en primera persona, que se conoce generalmente como fenomenología, es que ella no encierra a la reflexión en una confidencia perpetua, sino que, muy al contrario, hace posible descripciones adecuadas de la experiencia de todos y de todos los días. De la mano de cinco pensadores españoles, el hecho de andar, de moverme, el acto de acariciar y el fenómeno de la caricia, la individualidad para mí siempre invisible de mi rostro o las relaciones peculiares entre la atención y el dolor, guían en estas páginas la exploración del cuerpo vivido que yo soy, y sugieren cuán lejos estamos de comprender lo que no puede caer más cerca de nuestros propios ojos. De paso se recuperan algunas joyas poco conocidas de la filosofía española del siglo XX.
Ab Bd. 3 ersch. bei: C.S.I.C. Centro de Estudios Historicos Madrid.
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