Nacida para la decisión asamblearia, la Retórica fue derivando hacia la formulación de un conjunto de técnicas con las que convencer a los ciudadanos reunidos en asamblea. De este modo, lo que fue un discurso acerca de la persuasión se convirtió en la técnica de la persuasión por medio del discurso. En los procelosos tiempos de la Reforma y Contrarreforma, el dominico fray Luis de Granada va a redactar un conjunto de reflexiones sobre la Retórica Eclesiástica que encamina a la formación de buenos predicadores, pero que se insertan de forma natural en el decurso de la historia de la teoria literaria, de la oratoria y de la iglesia. Este ensayo ofrece un marco general sobre el que situar la aportación de fray Luis para, a continuación, entrar en el análisis de unos cuantos aspectos relevantes para una correcta comprensión de la doctrina retórica, estilística y pragmática de uno de los tratados más importantes del siglo XVI: la Retórica Eclesiástica o Modo de Predicar.
La imagen religiosa es el terreno común en el que convergen los estudios reunidos en este volumen. Lejos de verse como exclusivo patrimonio de los historiadores del arte, el estudio de las imágenes sagradas en el mundo hispánico se plantea aquí en la intersección de dos campos, el artístico y el religioso. Así, sin eludir la dimensión plástica y eventualmente artística de las representaciones, se incorporan también otros puntos de vista, otras metodologías de trabajo sumadas a las tradicionales del historiador del arte que, devolviendo las obras a su contexto ritual, permiten comprender su función estética como una dimensión esencial de su significado histórico.
Considerado entre los más importantes escritores del humanismo cristiano, fray Luis de Granada gozó hasta el siglo XVIII de una sostenida proyección europea. Su inmensa obra prosística, abarcando los más diversos géneros (desde la oratoria a la biografía, desde los tratados de retórica a la historia natural), se incribe en el campo de la primera reforma católica y entronca con autores como Savonarola y Erasmo. Granada dedicó su vida a la predicación y la composición de tratados cristianos. Con todo, su obra es mucho más que una serie de tratados hagiofráficos y moralizantes: propuestos como guías para el alma piadosa, concurren en sus páginas, mártires, modelos de virtud, pero también irredentos pecadores y falsarios, como aquella monja portuguesa que fingió toda una serie de experiencias místicas, impostadas llagas y dudosos milagros. Su porfunda convicción cristiana y humanista tiende, no obstante, a la redención, eje de su obra, compuesta en una prosa magistral, de enorme rigor descriptivo y rico colorido.
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